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  • Foto del escritorWendy Bello

Gozo, sufrimiento y Navidad (Adviento, semana 3)

Aunque la mayor parte de las noticias que llegan a las primeras planas de los periódicos son historias tristes, horrendas o por lo menos sensacionales, en el plano personal no nos gusta recibir noticias malas, ni tristes.

En la primera Navidad también hubo noticias. La diferencia es que lo que el ángel del Señor anunció a los pastores era una noticia sin igual, como ninguna otra que hubieran recibido jamás. Sería una noticia que les provocaría "gran gozo".


Pero el ángel les dijo: "No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;11 porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor".

Lucas 2: 10-11


Este precisamente es el tema de la tercera semana de Adviento, el gozo. Lo más probable es que cuando los pastores que recibieron esta noticia salieron de su casa a trabajar aquel día, lo hicieron como de costumbre. De seguro creyeron que sería una jornada común y corriente, luego de la cual regresarían cansados. El gozo no era lo que esperaban. ¡Cuál sería su sorpresa!

Gozo en la Biblia indica satisfacción en Dios y en nuestra relación con Él, más allá de las circunstancias

En el lenguaje bíblico la palabra gozo es más que lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en alegría. Gozo en la Biblia indica satisfacción en Dios y en nuestra relación con Él, más allá de las circunstancias. También la Escritura nos habla del gozo que Dios mismo siente. De hecho, esa es la razón por la que podemos sentir esta emoción profunda, porque viene de Él. Cuando un pecador se arrepiente, es el gozo lo que embarga al cielo:


"Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento".

Lucas 15:7


Los relatos bíblicos relacionados con el nacimiento de Jesús están rodeados de gozo. Además de la noticia que recibieron los pastores, fue gozo para Zacarías y Elizabeth saber que tendrían un hijo en su vejez, Juan, el precursor de Jesús (Lucas 1:14). El bebé saltó de gozo en el viente de Elizabeth cuando escuchó la voz de María, quien le traí a la noticia de su embarazo sobrenatural y la llegada del Salvador (Lucas 1:44). Los sabios de oriente se regocijaron al ver en el cielo la estrella que les condujo a Jesús (Mateo 2:10).


Sin embargo, los problemas de aquellos pastores, y los nuestros, no se acaban el día en que conocemos a Jesús. La tristeza que nos provocan las enfermedades, la muerte, las tragedias, tampoco se acaba. Los primeros cristianos lo vivieron de primera mano. Fueron perseguidos, a menudo lo perdieron todo, los encarcelaron, vivían en pobreza. Sin embargo, se les conocía por el gozo. ¿Cómo era posible? Su gozo estaba en la certeza de que era un privilegio sufrir por la causa de Cristo. Su gozo estaba en la comunión con otros creyentes y la fortaleza que eso les daba. Su gozo estaba en la expansión del Evangelio. Y, más que nada, su gozo estaba en el hecho de que el propio Cristo, en la persona del Espíritu Santo ahora vivía en ellos y un día le verían otra vez.


¿Quieres dar un regalo especial en esta Navidad? Habla de Cristo a quienes no lo conocen. Muchos, aunque muestren una sonrisa, viven un profundo vacío, están muertos en su pecado y necesitan al Salvador. Los chocolates, las galletas, los juguetes y demás regalos se acabarán, perderán su encanto o quedarán olvidados, pero Cristo es un regalo que durará por todas las Navidades y mucho más allá.


Y, como iglesia, estemos presentes en las vidas de nuestros hermanos y hermanas que batallan con la soledad o la tristeza, que han tenido un año o años difíciles. Podemos abrir nuestros hogares, añadir un puesto más en nuestra mesa, dar un abrazo e incluso llorar junto a ellos: "Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran" (Romanos 12:15).


En los días de Adviento no solo miramos atrás, a la primera Navidad cuando el Hijo de Dios se se vistió de carne y hueso para que con su muerte y resurrección pudiéramos venir de muerte a vida y experimentar un gozo indescriptible incluso en medio del sufrimiento. Miramos también al futuro, al gozo del regreso de Cristo, a una nueva creación, a un mundo sin lágrimas y libre del pecado para siempre. Por eso los cristianos podemos vivir con gozo, no porque neguemos la realidad, sino porque confiamos en el Dios que sostiene al mundo y nuestras vidas en sus manos.

Los cristianos podemos vivir con gozo, no porque neguemos la realidad, sino porque confiamos en el Dios que sostiene el mundo y nuestras vidas en sus manos.

¿Estamos viviendo nosotros así, con el gozo que viene de conocer a Jesús? ¿Gozo que vas más allá de la alegría que nos traen los regalos y las festividades? Diciembre pasará rápido, y con él la etapa de la Navidad, pero el gozo de conocer a Jesús, el que su nacimiento hizo posible, no es para una temporada ni durante una celebración especial. Es gozo para siempre.


Gracias por leer y compartir,


Wendy

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