Hoy hace 22 años que mi esposo y yo nos subimos a un avión para comenzar una nueva vida en un país que no conocíamos. Desde entonces, ¡mucho ha llovido! Pero Dios ha tan sido bueno y fiel, la verdad que en exceso. Podría escribir páginas y páginas relatando todas las maneras en que nos ha guiado y cuidado, en los momentos buenos y en los difíciles. Todo el que emigra tiene muchas historias que contar. La nuestra incluyó un tiempo de lo que ahora puedo ver como un desvío necesario.
Cuando decidimos emigrar, el plan original era venir a los Estados Unidos. Era nuestro plan, pero no el de Dios. El plan de Dios implicaba un desvío de un año y medio por otro país. En aquel entonces a mí me resultó un poco difícil comprenderlo. Con mis ojos humanos no podía encontrar el sentido a aquel aparente inconveniente. Llegamos a un país muy frío, una cultura completamente diferente, a comenzar desde cero.
Al mirar atrás ahora me doy cuenta de que solo Dios con Su sabiduría pudo haber orquestado algo así. En ese año y medio nuestro matrimonio creció de una manera muy especial. A nivel personal también el Señor me llevó por experiencias que hubiera preferido no tener, pero entiendo que fueron necesarias para moldear mi carácter y conocerlo más a Él. También puedo ver cómo el Señor nos usó en ese breve tiempo para servir en una pequeña congregación y cómo nos bendijo a nosotros mediante las vidas de varios hermanos en la fe de allí,
Es probable que ahora mismo estés en un desvío; no lo quieres, no lo viste venir, pero ahí estás. Vale recordar las conocidas palabras de Pablo en Romanos: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Rom. 8:28, NVI). El desvío en que puedas encontrarte ahora no fue una sorpresa para Dios, es parte de Su plan, y ese plan es perfecto. Está diseñado para traer gloria a Su nombre, en primer lugar, y bien a tu vida. Los desvíos pueden ser lentos, dolorosos y hasta parecer interminables, pero el resultado será el mejor porque Dios está detrás de todo. Confía en Él y pídele la fuerza y la gracia para seguir adelante mientras lo vives.
Mi año y medio en ese otro país tuvo sus momentos difíciles, pero hoy puedo darle gracias a Dios por haberlo hecho de esa manera. El mensaje de Santiago hace eco en mi corazón: «Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte» (Sant. 1:2-4).
El desvío en que puedas encontrarte ahora no fue una sorpresa para Dios, es parte de Su plan, y ese plan es perfecto.
¿Palabra clave en este versículo? Cuando. No dice «si tienen pruebas», condicionalmente. Nos dice que el momento llegará. ¿Por qué vienen las pruebas, los desvíos? Muchas razones, no puedo abarcarlas todas, pero el mismo Santiago nos enseña que las pruebas desarrollan la paciencia en nuestro carácter, el sufrimiento nos pule, nos hace más como Jesús, aunque no nos guste. Las pruebas fortalecen nuestra fe (1 Ped. 1:7). Y las pruebas son prerrogativa de Dios. Él decide el cómo, el cuándo y el dónde.
Por eso David habla en el versículo 4 de Salmos 23 del valle de sombra y de muerte. ¡Es un hecho en nuestra vida, literal y no literal! Como pastor él lo vivió en los campos, mientras pastoreaba siendo un jovencito, amenazado por fieras depredadoras. Luego vio la muerte de cerca, cuando Saúl trató de aniquilarlo en más de una ocasión. Caminó por ese valle cuando murió el primer hijo que tuvo con Bestabé, y también cuando vivió la rebelión y muerte de Absalón.
Un valle es un lugar bajo, entre montañas, donde no podemos ver lo que se avecina. Cuando estamos en el valle estamos en desventaja. El valle es una metáfora para referirse al lugar donde sentimos desprotección, vulnerabilidad, dolor. El corazón de David había experimentado el tipo de dolor que muchas veces no podemos siquiera describir, y que, en una medida u otra tendremos que enfrentar de este lado de la eternidad.
A la luz de la Escritura vemos claramente que la aflicción siempre estará presente en el mundo caído en que vivimos. Conocer a Cristo no nos exime de pasar por el valle de sombra de muerte o, dicho de otra manera, por las dificultades. Si has escuchado algo diferente, es un falso evangelio que ignora las palabras del propio Jesús: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33, RVR1960). Él estaba hablando con sus discípulos. Les estaba advirtiendo justamente para que no creyeran que sería fácil. Unos versículos antes les anuncia que, por causa de Él, serían perseguidos, aborrecidos, desalojados. Y esta es la realidad que hoy, en este mismo momento, viven muchos cristianos en el mundo entero. ¡Aflicciones!
Los desvíos o las situaciones que pueden parecer un valle tenebroso, de muerte, están bajo el control y la soberanía del Dios que nos ha redimido de la muerte y el pecado. No lo estás pasando porque Él te ame menos o quiera castigarte. Pablo mismo nos dijo en Romanos 8 que ninguna cosa, ninguna, nos puede separar del amor de Dios, ni siquiera la muerte. Nuestro corazón puede tener descanso incluso ante situaciones que nos producen temor.
Conocer a Cristo no nos exime de pasar por el valle de sombra de muerte o, dicho de otra manera, por las dificultades.
Si bien ahora puedes estar viviendo un tiempo difícil, tal vez atravesando lo que parece un desierto o comenzando una vida nueva en un lugar desconocido, puedes encontrar esperanza y consuelo en estas palabras del salmo 23: El Señor es mi pastor. Él va guiando, cuidando, proveyendo, sosteniendo, moldeando, transformando. Y un día, cuando miremos atrás, veremos que todo tiene sentido... ¡hasta los desvíos inesperados! Cristo, el Buen Pastor, nos aguarda en la eternidad.
Con gratitud al Señor y para Su gloria,
Wendy
(Este artículo incluye fragmentos de mi libro "Un corazón nuevo")
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