A veces creemos que la pureza de corazón depende de nosotros, de algo que tenemos que hacer. Asumimos que es cuestión de ir a la iglesia, de cuántos versículos he memorizado, en cuántos eventos participo, cuántas horas paso orando, cuántas buenas obras hago a favor de otros, si pequé o no pequé en los últimos 10 minutos, ¡pero nada de eso me da un corazón puro! No son cosas malas en sí mismas, ¡al contrario! Sin embargo, por sí solas no cambian mi corazón; lo que yo haga no es suficiente para llegar a Dios.
Ese es el tema de esta breve enseñanza en video, te invito a verla.
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Bendiciones,
Wendy
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