Es muy probable que alguna vez te hayas preguntado qué quiso decir Pablo cuando habló de dar gracias en todo al orar. Uno de los pasajes es este:
«Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios» (Fil 4:6).
Si leemos este pasaje de forma aislada y sin considerar nada más, pareciera que Pablo nos está exhortando a vivir una especie de masoquismo espiritual, como si nos dijera, «den gracias por el cáncer, el familiar que falleció, el matrimonio destruido, el hijo rebelde, el negocio que perdiste, el gobierno malvado que aplasta a sus ciudadanos y les roba toda libertad y por cualquier otra cosa terrible que nos pueda suceder». Pero esa no es la idea.
¿Cómo lo entendemos entonces? ¿Qué quiere decir que presentemos nuestras peticiones y súplicas con acción de gracias? Entiendo que Pablo nos está invitando a dar gracias a Dios en toda situación porque Él es la respuesta:
Él es fortaleza y consuelo ante el cáncer y también tiene el poder para sanar. Por eso podemos darle gracias.
Él es nuestra paz cuando un familiar fallece. Podemos darle gracias.
Él es refugio y compañía cuando un matrimonio se destruye. Podemos darle gracias.
Cristo y su obra en la cruz son nuestra esperanza cuando tenemos un hijo rebelde. Por eso le damos gracias.
Él es nuestra provisión cuando el negocio se pierde. Podemos darle gracias.
Tenemos la certeza de que Cristo volverá para reinar en justicia cuando vivimos con un gobierno malvado. Por eso podemos dar gracias, porque sabemos cómo terminará la historia.
Alguien dijo que la gratitud es la memoria del corazón. Orar con gratitud es también recordar que el mismo Dios que fue fiel antes, lo seguirá siendo. Él no ha cambiado ni tampoco Su Palabra.
La gratitud también implica un convencimiento de otra gran verdad de la Escritura que afirma lo siguiente: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito» (Ro 8:28). Dios siempre obra para el bien de los suyos y por eso «envolvemos» nuestras oraciones en gratitud.
No damos gracias porque nos gusten estos escenarios, sino que damos gracias al Dios que se revela a nuestras vidas en medio de ellos.
Tenemos la certeza de quién sostiene nuestras vidas y de Su plan perfecto y soberano. Es obvio que preferiríamos no tener que pasar por el dolor de una muerte o una enfermedad como el cáncer. Nadie quiere hijos rebeldes ni negocios quebrados. No damos gracias porque nos gusten estos escenarios, sino que damos gracias al Dios que se revela a nuestras vidas en medio de ellos. En esa verdad podemos descansar. Podemos orar dando gracias y recordando que el Señor no cambia y es fiel.
Reflexiona: ¿Cómo has visto en estos días la fidelidad de Dios? Piensa en qué maneras Él ha mostrado su cuidado y sostén. Toma unos instantes para considerar lo que has respondido y orar al respecto.
Lectura recomendada: Salmo 103
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