Padre, hoy quiero darte gracias porque podemos venir delante de ti a través de Cristo Jesús. Quiero alabar y exaltar tu nombre porque solo tú eres Dios. Tú sigues sentado en tu trono, reinando sobre todo y todos. Solo tú eres digno de adoración.
Señor, reconozco que como nación no merecemos tu misericordia ni tu perdón porque te hemos dado la espalda. Hemos ignorado tus leyes y estatutos. Hemos profanado tu nombre, hemos hecho lo malo. Hemos torcido la justicia y el derecho. Señor, perdónanos. Oro con el profeta Daniel: "Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y [el país] sobre [el] cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre [este país] y sobre Tu pueblo» (Daniel 9:18-19).
Señor, oro por los que no tienen voz, como los bebés en los vientres a quienes se les quiere robar el derecho a la vida. Por favor, líbranos de un gobierno que sacrificará muchos más bebés en el altar del egoísmo y la arrogancia.
Padre, despierta a tu iglesia dormida que contempla con apatía o que se deja engañar por mensajes elocuentes que niegan la verdad. Danos valentía para proclamar tu palabra. Ayúdanos a perseverar. Perdónanos por la indiferencia.
Señor, muchos hoy lucharemos con el temor, la ansiedad, ayúdanos a recordar las palabras del salmista:
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
Aunque bramen y se agiten sus aguas,
Aunque tiemblen los montes con creciente enojo.
Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios;
Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Salmo 46: 1-3;10-11)
Padre, que podamos descansar en quién tú eres, el Dios de la historia, el que ha escrito cada uno de nuestros días, el que quita y pone reyes, el que nunca será derrotado ni necesita elecciones. Recuérdanos que, pase lo que pase hoy en las urnas electorales, nuestro reino no es de este mundo. Pon en nosotros un mayor anhelo por la eternidad que nos aguarda junto a ti. Señor Jesús, ¡ven pronto!
Amén.
Amén y gracias!! Podemos utilizar está oración en cada contexto personal de forma directa, consciente y profunda. Dios siga enternecido nuestros corazones y dándonos la valentía para permitirnos ser diferentes porque le pertenecemos.
Amén y amén