Comienza un nuevo año y es común escuchar de metas, propósitos, dietas. Y, aunque no hay problema con eso, en una buena parte solo quedan en buenas intenciones; pero eso es tema para otro día.
Hoy quiero hablarte de algo que algunos, sino muchos, buscan. Me refiero a quienes al terminar diciembre o llegar a enero, buscan escuchar «palabras proféticas», mensajes que de alguna manera predigan el futuro, traigan buenos presagios o cosas semejantes. ¿Te resulta conocido? En estos tiempos de vida en redes, tal vez te has encontrado con algo así. O, quizá, lo has experimentado muy de cerca.
En lo personal, he conocido de muchos que van tras estos mensajes. También he visto a otros convocar ayunos, reuniones de oración, cultos de alabanza y más, con el mismo objetivo: recibir una palabra profética. Y en dicha palabra apoyan todas sus esperanzas. Se aferran a lo que alguien dijo con la certeza de que vino de parte de Dios. Sin embargo, ¿es cierto? ¿Es esto lo que nos enseña la Biblia?
Si como creyentes afirmamos la inerrancia de las Escrituras, es decir, que carece de errores; su infalibilidad, que no se equivoca; y reconocemos su autoridad por encima de todo lo demás, entonces vale cuestionar esta búsqueda de «palabras proféticas». ¿Por qué lo digo? Lee conmigo este pasaje:
Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Hebreos 1:1-2
Cristo constituye la revelación final de Dios. En Él se completó todo lo que Dios quería decirnos y el Nuevo Testamento es la constancia e interpretación de ese mensaje. De ahí que podamos afirmar que el canon de las Escrituras, los libros que la componen, ya está completo. No necesitamos nada más.
El apóstol Pedro, uno de los testigos oculares de los milagros de Cristo, de su ministerio, de su vida, muerte, resurrección y ascensión, nos dejó un mensaje que resuena hoy:
Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre, la Majestuosa Gloria le hizo esta declaración: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido». Nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando estábamos con Él en el monte santo. Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones. 2 Pedro 1:17-19
A pesar de haber sido testigo de algo tan grandioso, Pedro recuerda a sus lectores que la palabra profética de los Escritos del Antiguo Testamento [pues esas eran todas las Escrituras que tenían entonces] es más segura que cualquier experiencia personal, sin importar cuán grandiosa o espectacular que pueda ser. Y el recordatorio es válido para nosotros hoy. Tenemos el mensaje más seguro en nuestra Biblia porque así Dios lo quiso.
El mensaje profético está completo y se encuentra entre las páginas de Génesis y Apocalipsis. Si anhelamos saber lo que Dios dice, tenemos que ir a la Biblia. Si el futuro nos preocupa, Dios reveló lo que consideró necesario al respecto en la Biblia. Si no sabemos cómo afrontar la vida, tenemos la Escritura que nos habla del Cristo que ya vivió esta vida por nosotros.
No necesitamos ir corriendo tras falsas promesas de prosperidad, bienestar y esperanza en lo que el mundo nos puede ofrecer. No necesitamos que alguien nos invite a reclamar bendiciones. Necesitamos correr a la Biblia, llenar de ella nuestra mente y corazón. No porque al leerla encontremos la solución a todos nuestros problemas, algunos son parte de la vida en un mundo caído. Tampoco porque nos prometa una vida color de rosa. Eso no lo hallaremos en la Biblia. Pero sí encontraremos a Su autor, el que sustenta la creación, por Su Palabra. El que nos levanta del polvo con Su palabra. El que en Su Palabra nos da esperanza de un futuro glorioso con Cristo. El que alimenta nuestra alma, con Su Palabra. El que transforma nuestra mente, con Su Palabra. El que alumbra nuestro camino con la verdad de Su Palabra. El que trae descanso al alma cansada porque Su Palabra es un bálsamo. Quien nos llena de gozo porque Su Palabra es buena. Y quien es fiel a Su Palabra.
No sé qué planes, metas o propósitos has considerado para 2022, pero me gustaría invitarte a leer la Biblia, estudiar la Biblia y hacer de ella tu meditación diaria. Tal vez no pierdas las libras de más, no hagas tanto ejercicio como pensabas, ni viajes a ese lugar con el que llevas tiempo soñando; pero tu vida y la mía no serán iguales si la Escritura es lo que abunda en nosotros. Y esto que te digo no es una palabra profética, pero sí lo que enseña la Palabra de Dios.
¡Que Su gracia y paz te rodeen en 2022!
Gracias por leer y compartir,
Wendy
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